domingo, 18 de septiembre de 2011

Prólogo

Despertares: El sendero de la memoria, así denominaron a su creación mis dos compañeros de ruta. Uno estudioso de la filosofía y talante filosófico. Ella estudiosa de las letras y cautiva de las mismas. Los dos a través de su texto nos comunican su pasión por la vida y la escritura, ejercicio mediante el cual desafían toda una tradición de ocultamiento de las emociones humanas. Escritura provocadora que se niega a ser cómplice de la práctica del silencio con relación a la escasa o nula educación sentimental de las personas, ya que ésta se reduce a un implacable “¡cállate!” no te atrevas a expresar lo que sientes…
“Escritura con rayos X” es a lo que nos enfrentamos, porque nos muestra lo que su sensibilidad y capacidad de observación han encontrado en la escena humana y ¡además! se atreven a escribirlo, a hacerlo público, a desocultarlo.
Hay que celebrar la reivindicación de la importancia del preguntar, a tal grado que nuestros autores consagran su primer apartado a tal tema. Las personalidades neuróticas que pululan en abundancia por doquier en el mundo contemporáneo son así porque han asumido una actitud pasiva y acrítica ante los males que les aquejan y prefieren seguir de largo antes que hacer una pausa y preguntarse si los males que les perturban son merecidos y queridos o si sería preferible vivir otra vida, aceptada y querida y no impuestas por tradiciones y costumbres. En el fondo la reivindicación del preguntar es la apuesta por la libertad. En un mundo constreñido y asfixiado por una serie de reglas que en algún momento han sido aceptadas, desde luego no por nosotros, y que sin embargo imperan y someten las voluntades de millones de seres humanos, es por la ausencia de un preguntar radical que ponga en cuestión y en vilo el orden de situaciones existentes. De ahí la bienvenida que le brindamos al recordatorio de la importancia de preguntar, de no quedarse callado. Hace daño.
La novela que mis amigos han logrado componer produce cierto malestar porque pareciera que de pronto el mundo que habitamos, la sociedad de la que somos producto, la familia que nos ha engendrado, guarda huesos en el armario, es decir, la “normalidad” sólo lo es en apariencia porque habitualmente nos cerramos a la contemplación de lo que realmente está sucediendo. Al ir avanzando en la lectura vamos de cierta manera despertando (a propósito del título) y nos damos cuenta que los adolescentes viven agobiados de problemas, ante los cuales los adultos no les conferimos ni la seriedad ni la importancia que para la juventud tienen, es preferible seguir de largo antes que hacer un alto; Ambos se detienen a reflexionar en torno a qué es la vida, para lo cual es lícito echar mano de la teoría del caos; nos enfrentan a reflexionar sobre la muerte y las diferentes causas que pueden desembocar en la misma: algún accidente, enfermedad o suicidio; y ya entrados en esa dinámica no se detienen ante nada, de tal manera que preguntarse por lo que otorga sentido a la vida es consecuencia del discurso iniciado, se aventuran algunas propuestas en torno al escabroso asunto de lo que proporciona razones o razón alguna para no “bajarse del mundo” antes de la estación que nos corresponde: la felicidad, el dinero, la fama, la amistad, el amor… que cada quien inicie su propia y vertiginosa reflexión… recuérdese que sólo tenemos una oportunidad para vivir y es ésta…
La novela que elaboraron a partir de su atenta mirada hacia los demás y de su capacidad para transmutar sus experiencias en palabra escrita, encierra una promesa y una enseñanza para aquellos que tengan el valor de avanzar en la lectura de la misma. Buen viaje.
Benjamín Lezama Alcaide

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