En el silencio total de las
profundas miradas, la niebla se esconde detrás del verdor de las hojas. Lupe
mira su escuela recostado en una de las ramas más elevadas del fresno que
adorna uno de los jardines aledaños al lugar donde su preparatoria surge del
caos de la urbe, de la explosión de sonidos, de bocinas, llantas, y
estruendosos escapes, pero su mente se encuentra sumergida en la más hermosa de
las ninfas, se deja llevar por los fragmentos del Cantar de los Cantares:
¡Qué hermosa eres, amada mía,
qué hermosa eres!...
Tus labios como un panal,
destilan miel; miel y leche
hay debajo de tu lengua...[1]
Óscar irrumpe sus pensamientos y los
sueños que elevan a Lupe a las inalcanzables estrellas.
—
¿Qué onda? ¿Por qué tan clavado? ¿Qué lees?
—
El Cantar de los Cantares.
—
¿Qué maestro te pidió que lo leyeras?
—
Ninguno. Lo encontré en la Biblia que mi mamá
lee todas las tardes. Ya ves que es evangelista. Pero me llamó la atención
porque mi profesor de Filosofía me dijo que ese libro estaba lleno de
reflexiones filosóficas, y quise corroborarlo. Y el de literatura me dijo que
es uno de los poemas escritos más antiguos que se han encontrado. Leímos
algunos fragmentos en clase y quedé fascinado. Aunque yo no sé si existen ángeles,
dioses o demonios, me parecen fuera de la realidad. Recuerda que mi pasatiempo
favorito es leer. Me lleva a mundos mágicos que me permiten escapar de tanta
estupidez humana. ¿¡Ya viste!?
—
¿Qué?
—
Esa diosa flotando en medio de la explanada. A
una mujer como esa debieron escribirle estos versos.
—
Sí, es bonita, pero de seguro es hueca. Ha de
tener palomitas en el cerebro.
—
Pero si es una bella flor blanca de celeste
mirar, que hechiza este momento de locura. ¿De dónde viene tanta belleza?...
¿Qué es belleza?... Amigo mío.
Lupe no atina a moverse, maravillado
y horrorizado de tanta hermosura. Un rayo le revienta las entrañas....tan tan
tan.......tan. Brinca el corazón y un suspiro escapa de lo profundo de su
pecho... ¡Aaaah! Todo se detiene frente al dulce caminar de esas torneadas
piernas que la chica luce con toda vanidad en esos jeans entallados. El tiempo se demora a su alrededor. La chispa de
luz en los ojos de ella perfuma hasta el último rincón del universo.
El grito fulminante de la vieja
histérica vestida de policía lo regresa a su terrena existencia.
—
¡Bájate de ahí, te lo he dicho una y mil
veces. Qué no ves que te vas a matar!
—
No estoy molestando a nadie. Y no me voy a
caer. A poco cree que soy tan tonto.
—
¡Qué te bajes te digo o voy a pedir que suban
por ti!
—
¿Y por qué me he de bajar si no se me pega mi
regalada gana? Yo también se lo he dicho una y mil veces. No moleste vieja
metiche. Váyase a ver quién entra y sale, que para eso la contrataron.
Mientras se rebelaba al regaño Lupe
resbala un tramo del árbol sin causarse daño alguno, pero con fuerte susto. La
escuela entera ya tenía la atención puesta sobre él.
Lupe piensa para sus adentros
“Carajo, creo que la vigilante tenía razón. Por poco me caigo”.
—
¡Ya ves, te lo dije, bájate ya!
Lupe en su interior cuestiona ¿Por
qué todo el mundo se mete en lo que no le importa haciendo tediosas llamadas de
atención cuando ni lo pelan a uno? Tan a gusto que estaba, y ahora tener que
entrar a mi clase a escuchar al viejo cascarrabias que me da clase de Física.
Con lo que me chocan las ciencias.
Durante la clase Lupe interroga
mucho desesperando al profesor con preguntas fuera del tema:
—
Maestro, ¿por qué los cristales son
transparentes?
—
¡No Lupe, por favor, no empieces, estamos
hablando de otra cosa!
Todo el salón se burló con un
entonado y apagado ¡Aaaah! Lupe piensa
“¿Por qué a la gente le molesta preguntar? ¿Qué no saben que no hay preguntas
estúpidas? ¿Por qué me miran como si fuera un idiota? ¡Carajo! Yo quiero saber ¿por
qué los cristales son transparentes? ¿por qué las burbujas son redondas? ¿por
qué hay arena en las playas? ¿por qué el vapor del agua es blanco? ¿por qué
existimos? Para eso estoy en la clase de Física ¿o no? El
profesor ya va a empezar con sus mugres formulitas que nada dicen del sentido
de la realidad. ¿Y por qué a la gente le incomoda responder? ¿Será que no sabe,
que tiene miedo a decir que ignora la respuesta? ¿Por qué? Si todos los seres
humanos estamos llenos de ignorancia. Nuestra sabiduría es un granito de arena
en la inmensidad del conocimiento. ¿Será que nos quedamos con las respuestas
que nos dieron nuestros padres, nuestra sociedad y nuestra religión, cuando
éramos pequeños? Me gustaría saber si Dios existe o ¿alguien lo ha visto? Y si
lo ha visto que nos lo presente para quitarnos de dudas.
Navegando en el océano de su mente
Lupe pregunta a Óscar ¿tú has visto a Dios?
—
No, pero mi madre dice que está en una flor,
en la sonrisa de un niño, en un grano de mostaza.
—
¡Chale! Entonces quisiera meterme en la mente
de aquél que cree.
—
¿A poco crees que te puedes meter en la mente
de alguien como un trueno que cruza su alma, su espíritu, para penetrar en sus
sueños más recónditos, o en sus deseos? La gente desea que exista Dios, o
alguien en quien recargar sus dudas y vacíos. Al menos eso creo yo ¿Y tú?
—
Yo creo que ya me enamoré. No puedo dejar de
pensar en Mariana. Mi dios es Mariana, porque así se llama la chava, ya lo
investigué, ella es poesía en movimiento. Venus o Afrodita le quedan chicas. Es
la más bonita del Olimpo y de la Tierra.
—
¡Ya bájale Romeo! Ni que fuera para tanto. Es
una chava como cualquier otra, pero te gusta, eso es todo. Además me dejaste
con la respuesta a medias. A ver ¿tú que crees?
—
Si... no puedo penetrar la mente de alguien
¿cómo saber si está alucinando o si realmente tiene experiencia de que Dios
existe? Tal vez el que está alucinando es el que cree tener la experiencia de
que Dios no existe. Pareciera que Dios no existe al contemplar la soledad del
ser humano, la guerra, el hambre ¿O son necesarias para que el humano valore su
existencia? ¿Quién de los dos, el creyente o el ateo tiene una vivencia real, y
cuál delira? ¿Quién de los dos huye de sus vacíos y de lo que no puede
entender? ¿Se puede saber esto? No... no lo puedo saber.
Por otro lado me pregunto si la
orientación sexual es algo con lo que se nace. Nos han dicho que a los hombres
siempre les gustan las mujeres y a las mujeres los hombres ¿siempre tiene que
ser así? Y para el colmo nos dicen que eso es lo natural. Pero cuando veo a los
perros y a otros animales no estoy tan seguro. Como que ellos no distinguen
mucho la diferencia de sexos, le entran y ya.
—
Tal vez el sexo es algo construido socialmente
¿o no?
—
¿Y si es algo determinado por la naturaleza? o
¿quizá una mezcla de ambas?
—
Sea lo que sea, es un arte.
—
La sociedad, la realidad y el mundo que nos
rodea ¿existe? o ¿estamos metidos en la Matrix? Como la película que en algún
momento estuvo de moda.
—
¿Tienes algún contacto directo con la
realidad?
—
Quién sabe. Todo lo capto a través de mis
sentidos y mi lenguaje. Parece que nunca contacto con las cosas y con los otros
en sí mismos, sólo me dejo llevar por la sensación e ideas que atraviesan mi
mente. Tal vez habito en la conciencia de algún ser o de un no ser. Quizá ni
siquiera soy libre, estoy atrapado en otro que no soy yo, pero como siento todo
lo que él hace y piensa, como si fuera yo, creo que él es yo. ¿Quién soy en
realidad?
—
¿Cuánto es cuatro más cuatro?
—
Pues ocho, todo el mundo lo sabe.
—
¿Cómo lo sabes si haces dos minutos no lo
tenías en la cabeza? Pudiera haber un genio maligno que te haga contar mal. Es
decir, que los conocimientos que has adquirido no sean más que un simple engaño
¿Lo tienes claro?
—
Es cierto, no lo sé. Entonces todos mis
recuerdos podrían ser un implante que me metió un ser extraterrestre o un
científico loco, porque tampoco me son inmediatos.
—
¡No mames. Qué locuras piensas. Ahora si te la
jalaste! Mejor ya clávate en la clase.
—
Pero ¿te das cuenta Óscar? lo único que tengo
es este instante que ya se fue, porque ya lo tengo que recordar, y además
también este instante es una mera construcción en mi cabeza.
Para ubicar a Lupe en la realidad,
señala el profesor. -¡A ver muchachito! ¿Y los ejercicios de la clase? Te la
pasas fuera de este mundo, papando moscas, por eso vas tan mal en la materia.
—
Si profe, ya estoy por terminarlos.- Al
momento Lupe pensó “Pinche viejo, como chinga”.
Esa tarde lluviosa de verano Lupe
caminó sin rumbo por calles, parques, callejones e incluso colonias
desconocidas por él, envuelto en la profundidad de sus pensamientos, acompañado
de su inseparable amigo Óscar. Su llegada a casa fue casi trágica, pues toda la
familia estaba preocupada por su ausencia, ya era muy noche y Lupe no aparecía.
Empapado, lodoso y con la mirada perdida en la nada, entró.
—
Hijo ¿dónde andabas? Mira nada más cómo
vienes. Te vas a enfermar.
—
Anduve caminando por ahí ma, pero estoy bien,
se me hizo un poco tarde.
—
¿Un poco? Cabrón, si ya son las diez de la
noche y tú sales a las dos de la escuela. ¿Qué carajos hacías? Ni siquiera le
avisaste a tu madre. Seguro te fuiste con tus amigotes, lo que quiero saber es
a dónde.
—
No me fui con nadie pa, anduve solo, pensando.
—
Pensando... pensando... ¿pensando en qué
pendejo?
—
En porqué a la gente no le gusta preguntar.
—
¡Otra vez con tus idioteces. Ya vamos a cenar!
La madre de Lupe rápidamente pone la
mesa mientras su padre como todas las noches se sienta a leer el periódico.
—
No se sabe qué pasa en este país. Ya cada
quien hace lo que se le pega la gana. Una huelga estudiantil, un mitin de
homosexuales, un paro de obreros holgazanes, una marcha campesina que para la
ciudad. ¡Ya no hay respeto por las leyes y las autoridades que nos rigen!
—
¿Por qué estás en contra de los que
manifiestan su pensar y su necesidad? ¿Qué te han hecho?
—
¿Qué no te das cuenta de que todo eso está
mal, o eres pendejo?
—
¿Y por qué está mal?
—
¿Cómo que por qué?
—
Si pa. La gente tiene derecho a expresarse,
porque si no todo sería una tiranía.
—
¡Qué tiranía ni que ocho cuartos! Lo que nos
hace falta es el rigor de un jefe de Estado que le ponga fin a toda esa bola de
vagos que sólo les muestran a los jóvenes como tú desfachatez y flojera. Por
eso se pierde la juventud. Deberían de pasarles el cuchillito para que
aprendieran a respetar, o de una vez se callaran para siempre.
—
Yo no creo eso, pa. Yo pienso que la gente
debe ser libre de hacer lo que quiera, siempre y cuando no pase sobre los
derechos de los demás. Esa sería la mejor manera de vivir ¿O no estamos en una
democracia?
—
¿Por qué dices tantas tarugadas? ¡Come! Se te
está enfriando la cena.
La merienda transcurre en un
silencio pesado. Cada miembro de la familia de Lupe, encerrado en su mundo,
intenta alejarse de su propia realidad en el sin sentido de los cambiantes
ruidos de la televisión, que más que abrazarlos en el calor del hogar los aísla
cada día más, abriendo un insondable precipicio entre ellos. Al terminar, Lupe
y su pequeño hermano suben a su recámara para consultar a la confidente de sus
más íntimos pensamientos. A media noche el pequeño Luis se despierta inquieto.
—
Lupe, Lupe, ¿estás dormido? Tuve una
pesadilla.
—
Otra vez Luis.... ¿Y ahora qué?
—
Soñé que un árbol me atrapaba en sus ramas y
tenía mucho miedo ¿Por qué los árboles crecen?
—
Todos crecemos Luis, hasta los árboles, porque
también están vivos.
—
Yo no quiero crecer porque no sé qué es la
vida ¿Tú si?
Lupe se queda callado y regresa a
los pensamientos que lo mantuvieron ocupado toda la tarde.
—
Luis interrumpe nuevamente ¿Por qué piensa así
mi papá?
—
No lo sé. Ya duérmete.
El sueño escapa y Lupe vuelve a sus
reflexiones. Se sienta en la orilla de su cama y se da cuenta de que algunas de
las preguntas que se hizo horas antes ya habían encontrado su cauce. ¡Órale, ya
tengo la respuesta! Dice excitado, al mismo tiempo que salta de la cama para
caminar por la recámara, a pasitos pequeños, con la vista en el piso. Con
tronido de dedos y movimientos en los brazos expresa su emoción, en uno que
otro luminoso instante.
¡Por supuesto! —se decía a sí mismo—. La gente
no se atreve a preguntar porque ha perdido el asombro que tienen los niños como
Luis. Ya no se detiene ante las cosas sencillas de la vida, como el observar la
suave caída de una hoja en otoño o los destellos de color de una nube
navegante, negra, amenazante en el mar del firmamento, o bien, sentir las
cosquillas de traviesas ramificaciones del pasto en los pies, mientras la
fuerte brisa juega a chocar con los cabellos y los enreda a su antojo. Y es que
el asombro es demora, y la demora es hacer el amor con los instantes. Las
personas viven en el torbellino de las imágenes, llevadas por la ansiedad de
sus vacíos. Nunca satisfechas, porque siempre están fuera de sí mismas. ¡Ya no
saben cómo acurrucar el alma dentro de sí! Lo que quiere decir que la humanidad
se extravía cada día más en las recónditas laderas del abismo laberíntico de
este mundo torcido, en donde el ogro manipulador devora sus corazones, con
ideas como aves de rapiña que aniquilan su ser. Y lo peor... mi padre está
entre ellos. Alguien a quien hace pocos años admiraba y creía un semidiós,
ahora lo descubro como un simple mortal... ¡No sabe cómo plantear una pregunta
de forma clara y coherente! Porque si no se sabe plantear una pregunta de forma
clara y coherente, nadie nos puede entender. Parte de supuestos falsos porque
cree que si no le doy la razón soy un pendejo. No se da cuenta lo importante
que es saber preguntar, no sólo a los demás, también a sí mismo. Yo creo que ni
siquiera lo piensa. Creo que no sabe cuestionarse porque nunca ha preguntado,
porque no se preocupa por enriquecer su lenguaje, no se detiene a pensar en sus
interrogaciones. A veces sus preguntas ni siquiera lo son, son afirmaciones
disfrazadas de preguntas. Es imprudente porque sus aparentes preguntas no van
de acuerdo con la situación. En vez de procurar un espacio con nosotros, que lo
vemos tan poco, llega mentándole la madre a todo mundo, no se preocupa por lo
que siente cada quien. En suma, no sabe comunicarse.
—
¿Por qué tan desvelado?- pregunta Óscar con
una risa traviesa en la mirada.
—
¡Cómo chingas! Ya cuando las reflexiones
alcanzaban su clímax...
—
¡Ya párale Einstein! Mejor duérmete, chance
mañana la Marianita se digne a darte por lo menos una mirada. Y además dale
también chance a tu jefe, sabes que no es muy listo, lo único que lee es el
periódico. Ya ves cuántas broncas tienes cuando le pides para un libro, dice
que sólo pierdes el tiempo porque te la pasas leyendo, que no haces nada de
provecho.
—
Cuando uno pregunta debe estar abierto a
escuchar a los demás y a respetarlos para ver el abanico de posibilidades que
se abre ante nosotros, eso también es asombro. Preguntar no siempre es
filosofar, eso lo entiendo bien, pero todo filosofar conlleva el arte de
preguntar. Él cree que porque soy joven no pienso o no tengo un criterio para
entender lo que pasa en mi país. Pienso que para hacer una buena pregunta o dar
una buena respuesta hay que ser abierto, crítico y honesto, cualidades de las
que dista mi padre.
—
¡Qué ya carajo! Está bien, la filosofía es
diálogo, es pregunta, es respuesta argumentada acerca del principio y el fin de
todas las cosas… pero ya párale y vete a dormir.
—
Es que la gente no reconoce su ignorancia. Es
más, no le gusta reconocer nada. Pero insisto: la sabiduría del hombre más
sabio es un granito de arena en la inmensidad del conocimiento, y el
reconocerlo es el cimiento de la verdadera cultura. Y qué es el conocimiento
sino un conjunto de creencias fundamentadas en buenas razones.
—
Sí, Sócrates, sí, son las tres de la mañana y
te tienes que parar a las 6. ¡Vas a estar mañana con los ojos de zopilote, ¡Zopenco!
—
¡Vienes, me interrumpes, y luego me mandas a
dormir. Vete al averno...güey!
—
¡Lupe… despierta…. Lupe!.
—
¿Qué quieres Luis.....?
—
Lupe, Lupe, me oriné en la cama, quise llegar
al baño, de veras, de veritas, pero no alcancé. No le digas nada a mi mamá
porque la última vez me puso a lavar las sábanas.
—
Shhh.... no grites, todo mundo se va a
enterar, le diremos que fue Firulais… ¡Carajo… todo fue un sueño!