sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo VIII. Dionisio.

¿Por qué Lupe se había enamorado de una demoníaca hechicera vestida de princesa de porcelana. Una hija de su puta madre sin escrúpulos?... Tomó una decisión... Nunca más iba a ser presa de las garras de Mariana. Aunque tal decisión le desgarrara el alma, pues su mundo había sido esa niña hasta ese momento.


    ¿Qué haces aquí Óscar?
    Vine a hacerte menos duro tu dolor. Ya deja de pensar. Llevas mucho tiempo metido en ese hoyo, meses y meses. Ella no va a comprender lo que sentías, es una estúpida. No sirve de nada darle perlas a los cerdos. Mejor vamos a echar desmadre ¿no?
    Ni siquiera sé cómo echar desmadre, pues cada instante de mi vida está perfumado por su ausencia. Me quedé sin mundo.
    Tengo una idea. Vamos a echarnos unas chelas con Dionisio, ya ves que él siempre le entra.
    ¿Cómo crees que voy a pensar en las chelas si no tengo ganas de nada?
    ¡Como le encanta al ser humano regodearse en su dolor! Todo le recuerda a la persona perdida. Tiene una llaga y se la pasa lastimándola y lastimándola, abriendo la herida para echarle limón. Ya párale masoca. Ya no pienses en ella.
    ¿Y cómo no pensar? ¿Cómo construyo ahora mi existencia? ¿Hacia dónde la dirijo?
    Tú no estás preso como los animales en su instinto. Tú eres un ser humano capaz de decidir el camino que crees que te conviene ¿o no? ¿No es el mundo algo construido por el ser humano?
    Si, si... tienes razón, los animales no tienen mundo, tienen entorno. Porque yo nunca he visto a un perro hablar de su pasado ni de sus planes futuros. No hablan de sus desgracias ni de sus victorias. Si un perro en la calle se pelea por un pedazo de carne, se la come y ya.
    ¿Por qué crees que los animales no tienen mundo?
    Porque no tienen lenguaje.
    Si lo tienen, todo ser vivo lo posee.
    Lo que quiero decir es que su lenguaje no es una habla, no da cuenta de lo que sucede a su alrededor y de lo que son las cosas. Mucho menos pueden dar cuenta del tiempo. Tan sólo de su instante.
    Tal vez. Yo lo pongo en duda, porque no tenemos la seguridad de que no se comuniquen ese tipo de cosas.
    Cuando miramos a los perros nada más los vemos acompañarse, pelear, de cachondos, jugar o cazar, nada nos hace evidente que tengan cultura, tradiciones, símbolos o religiones perrunas. ¿Entonces cómo puedo asegurar que tienen mundo? Por eso afirmo que tienen entorno.
    Bueno, si... Comprendemos el mundo desde nosotros mismos a través del lenguaje, por eso entre más se enriquece más se comprende.
    ¿Por qué crees que leo y hablo tanto contigo?
    Pero yo insisto, deberíamos ir con Dionisio a echarnos unas chelas.
    Carajo, no me cambies el tema. Quiero estar solo, aislado, sin nadie. Estoy harto de todos, hasta de ti.
    ¡Chale, chale! El ser humano no puede vivir sin los demás. No somos seres aislados, somos con los otros. No estás flotando en la nada. No puedes vivir ni conocerte a ti mismo sin el mundo que te rodea ¡Ya anímate! Vamos a ponernos bien pedos... para olvidar. El sonido del teléfono suspende el diálogo.
    ¿Bueno...?
    ¿Qué onda güey? ¿En qué la rolas?
    Aquí tristeando. Ya sabes, por la pendeja esa. ¡Ah propósito! También estaba pensando en ti Dionisio.
    Te invito a que nos pongamos hasta las chanclas.
   Irónicamente pregunta Lupe. ¿Tú pidiéndome eso? Si tú ni tomas. Es raro verte pedo o echando desmadre.
    Hay reventón en mi casa, como todos los viernes. Me pidió Michelle que te invitara para que salieras de tu depre. Ya se que a ti no te gustan las pachangas, pero haz una excepción. Te hace falta para que ya no te claves tanto. Te esperamos. Esta vez no te vamos a aceptar un no.
    Sale, ya que insistes y porque Michelle lo está pidiendo, voy para allá.
Los techos llenos de colgajos, las paredes atestadas de cuadros y adornos de todo tipo. Toda la decoración aparentemente saturada guardaba una perfecta armonía, envolvía con la calidez de un abrazo fraterno al que participaba de ese espacio que jugaba con aquél que ponía su pie en aquella casa. El lugar era una sonrisa abierta a cualquier invitado, como la caverna de un hobit.[1] Si, así era el hogar de Dionisio, y se podría continuar describiendo ese mágico escenario lleno de vivencias, pero esa… es otra historia.
             Lucía, magnifica concertista, una de las mejores del país; Eduardo, un estupendo arquitecto. Dos artistas dieron vida a un amante de los finos placeres llamado Dionisio, cuyo temperamento contrastaba con el suave ritmo de la tranquilidad y tolerancia de ellos. Dos padres comprensivos permitían las más alocadas fiestas de ese joven diablillo que a pesar de su refinamiento, pulcritud, cultura y amena charla era una verdadera fichita cuando del desenfreno se trataba.
    ¿Qué onda güey? Qué bueno que viniste.
    ¿Sigues leyendo a Baudelaire con sus Flores del mal? No te vayas a clavar porque es peligrosón.
    ¡Cómo crees! Nada más es para pasar el rato. Aunque estoy por iniciar una lectura de Bataille, la encontré en el estudio de mi papá.
    ¡Qué pesado eres cabrón! Vas a terminar loco. Puro güey deschavetado te estás metiendo en la cabeza.
    No es para tanto. Tú tómate esta chela.
    Hoy tengo ganas de tomar otra cosa. Quiero un buen puro y un wisky, de los que acostumbra tu padre.
    O sea que te vas a soltar el pelo. Me late mi Lupe, pero con discreción hermano, para que no pidan los demás, porque si no mi padre....
La delgadez y estatura de Dionisio danzaba con fineza en el ambiente. Copa tras copa  pasaban por él sin generar estragos. Sabía beber. En cambio Lupe, quizá por el estado de ánimo y la sorpresa de encontrar a Mariana ahí, besándose con Jorge, se embriagó casi inmediatamente; sin embargo, jamás perdió el hilo del huracán de sus meditaciones. En un rincón conversaba con Óscar.
    Todos se ven tan distintos a como yo creía que eran. ¿Por qué será Óscar?
    Pues porque ya se te subieron los wiskys. Imagínate que llegaras a un lugar conocido, donde no conozcas a nadie. Imagínate que llegas a la escuela y que a ningún maestro ni compañero ni a las personas que limpian conoces. Apuesto a que te angustiarías ¿no?
    Claro que me angustiaría. Si ahorita ya lo estoy. El mundo de cada persona está constituido por los seres cercanos, los conocidos. Y velos... parecen tan extraños. Aparentan no verme ¿Será que a ellos les pasa lo mismo que a mí y no me reconocen?
    Chale ¡Qué fuerte! Te visualizo llegando a tu casa y que tus propios padres no te reconozcan. ¿Cómo te sentirías?
    Aterrado, porque el mundo es en parte el reconocimiento de los demás.
    Creo que soy un gigante, te agarro y te pongo en un país distinto al tuyo, con cultura y lengua diferentes ¿Qué harías?
    Me sentiría desconectado y sin mundo. Entonces tendría que aprender a comunicarme con los otros, conocer su cultura, sus costumbres y su lenguaje. Porque eso también es parte del mundo ¿O no?
    ¿Y si despertaras un día y no hubiera nadie?
    Me quedaría sin mundo. El mundo de toda persona tiene como una de sus materias primas a los otros.
Lupe perdió el sentido de su realidad por el alcohol ingerido. Entró al baño y no podía salir. Michelle se dio cuenta, trató de auxiliarlo, pero la puerta estaba trabada. Pidió ayuda a Dionisio, quien logró abrirla. Al entrar, una escena grotesca los hizo reír. Lupe se encontraba tirado en el piso, abrazado a la taza del baño, vomitando, con los pantalones a las rodillas, queriendo irremediablemente subirlos. Entre carcajadas y un poco de asco lo vistieron, lo pararon, y lo cargaron para subirlo a la recámara de Dionisio. Lupe neceaba.
    Quiero otro trago. No seas mamón Dionisio, dame más.
    Pero ni siquiera te puedes mantener parado, güey.
    Mejor duérmete Lupe, mañana Dionisio te va a curar la cruda.
Entre sollozos y lamentos Lupe decía.
    ¡Mariana, Mariana! ¿Por qué? ¿Por qué?
    ¿Qué onda, güey? Ya olvídala.
    No puedo, no puedo.
    Esa pinche vieja no vale la pena, es una mierda. No sé cómo pudiste clavarte con ella. Como que es tu otro yo, esa parte que tienes escondida.
A Lupe se le nubló todo. De pronto la experiencia de la nada se apoderó de él. No sabía si estaba en el cielo o en el infierno. Se sentía totalmente desubicado. Las horas pasaban ¿O quizá eran los minutos que se estiraban, dejando en él esa sensación de vacío?
    Te pusiste pedísimo Lupe.
    ¡No estés chingando Óscar, no estés chingando!
    ¿Dónde quedó tu cordura, tu sensatez? ¡¡¡Chale, hasta a la nada fuimos a parar!!! Que no te das cuenta que no podemos estar sin mundo. Por medio de él nos conocemos a nosotros mismos y nos ubicamos en la realidad.
    Carajo. Todo me da vueltas, ahora no quiero pensar.
Los sueños de Lupe fueron acariciados por la figura de Mariana. Bailaba abrazado a su cuerpo, sintiendo flotar su existencia por la sonrisa de ella. Las manos de Mariana se deslizaban por sus tiernos brazos. Entonces despertó. Una silueta esbelta, blanca y pecosa reposaba a su lado. La abundante melena roja como el fuego esparcía su roce por el rostro adormilado de Lupe. El dulce contacto de los labios de Dionisio lo despertaron completamente.
    ¿Qué te pasa güey?
    Pero si lo estabas disfrutando.
    Estaba soñando con Mariana. ¡¡¡¡Y eres tú!!!
    Tranquilo, tranquilo. No pasa nada. Siempre me ha gustado tu belleza.
    Dionisio, no te conocía esas mañas.
    No son mañas, son gustos. Y tú eres mi mejor amigo. Si pasa algo va a quedar sólo entre nosotros.
    No mames cabrón. Yo no soy gay.
    Pero yo sí ¿qué tiene? Pruébalo, a lo mejor te gusta.
Un silencio pesado cundió en el ambiente. Lupe no sabía qué hacer. Su mente comenzaba a trabajar rápidamente. El mundo no concordaba con la experiencia que él tenía del mismo mundo. ¿Y qué es el mundo sino el cúmulo de las experiencias vividas? No se asumía como homosexual, y sin embargo, no le había desagradado el contacto. Ese fino volumen que yacía desnudo a su lado le hacía repensar la belleza de otra forma, y se preguntaba ¿por qué el cuerpo humano es tan bello?
    No cabrón, yo no. La neta si me gustan las chavas. Además somos amigos, no la jodas.
    No te preocupes. Como si no hubiera pasado nada. Bueno... ahora.... ya sabes mi secreto.
    Pues no se te notaba. Lo disfrazas muy bien... Está bien, está bien... por la amistad que tenemos, no ha pasado nada.
Dionisio le pidió el consabido beso en la mejilla, para sellar esa amistad.




[1] Un hobit es parte de una raza de seres humanos de corta estatura; personaje de la mitología tolkiana. (Tolkien es un escritor que en páginas anteriores se cita) Los hobits viven en cuevas debajo de los árboles, o de la tierra. Saturan sus hogares de cosas, como coleccionistas. Son amantes de recibir visitas y dar regalos. Excelentes anfitriones. No se preocupan mucho de obtener bienes materiales, pero si de tener amigos y de generar a su alrededor una vida bohemia, centrada en su comunidad, de la que tienen miedo de salir.


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