sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo XII Cazador nocturno


El rechinar de una ventana que se abre de forma intempestiva deja pasar al intruso que se cuela por entre las sábanas; los dientes castañean, la mirada se turba, los ojos se desorbitan. Si… es el miedo, la catarsis de algo cruel y sublime al mismo tiempo.
Un cosquilleo recorre la espina dorsal de Lupe, lo mantiene constreñido, agobiado, alerta.
   ¿Qué es eso que está allí? Parece la silueta de un hombre.
   Tal vez sea un ladrón que se coló. ¡No te muevas. No hagas ruido. Si te delatas, quizá te mate!
   Tal vez sea la sombra de mi ropa que dejé sobre la silla. Mejor me levanto a ver qué es.
   ¡No Lupe! Hazme caso. ¡No te muevas!
El tormento del silencio parece no tener fin. Sin embargo irrumpe una voz extraña, fuerte, dominante, oscura; antecede a una figura delgada, marcada por la vida.
   ¿Quién es, Óscar? ¿Quién me llama?
El frío sudor se apodera de la piel del joven pensador. Es la primera vez que su mente se detiene por completo quedando sólo un espacio blanco. Ninguna idea llega, sólo el temblor acompaña la agitada respiración de un rostro tenso. El frágil cuerpo de Lupe por momentos se estremece y su mirada queda fija en el techo sin poder articular movimiento alguno, en otros logra taparse la cara con la cobija en posición fetal, tratando de aferrarse a la existencia representada en esa prenda. Se dice a sí mismo “No hay razón alguna para que sienta miedo, sin embargo, lo siento”.
El extraño de mirada triste, preocupada, acerca a la cara de Lupe un periódico.
   Lee esta nota. Entérate del lado oscuro del ser humano.
   ¿Qué quieres de mí? ¿Quién eres?
   Lee… por favor.
La letras se refieren a algo real, pero inverosímil. No parece humano, sino el acto de una bestia.
   ¿Te parece el acto de una bestia?
   No sé cómo calificarlo. Tendría yo que ser un asesino. Entiendo lo que pasa, pero no lo comprendo.
   Todos somos asesinos en potencia. Y aunque no lo creas es un acto de un ser humano. Nunca sabemos qué puede detonar a la bestia que llevamos dentro; domesticada por la cultura, por la educación, por la moral. ¿Por qué te espanta leer esto?
   La violencia termina con la razón, con el encuentro, con la paz.
   Sin embargo la violencia existe en cada paso que damos. Es parte de la vida. Todo sistema social y teórico, aún el más incluyente, excluye.
   No estoy de acuerdo con lo que dices. Pienso que el hombre puede crear un sistema en el que la violencia quede soterrada, o anulada completamente.
   Siempre con tus utopías. Coincido contigo en que la violencia, por lo menos el exterminio masivo y con él toda agresión física, en la medida de lo posible, debería evitarse. Pero la intensidad del horror siempre estará presente en el ser humano. Ya lo dijeron Fernando Savater y Octavio Paz : “Después de todo, es el horror o su proximidad lo que da su intensidad a la vida… En el hombre hay tales pasiones que nunca faltará intensidad y horror”.
   ¡Óscar ¿dónde estás?!
   No te preocupes por Óscar. ¡Disfruta la intensidad del horror! ¿Qué pasaría si todo fuera permitido en una sociedad?
   Una sociedad sin leyes, sin prohibiciones no sería posible.
   ¡Me estás dando la respuesta! Existen elementos que ningún sistema puede asimilar, porque al incorporarlos generarían su autodestrucción.
   ¡Explícate!
   ¿Podemos dejar que camine por la calles el protagonista de los asesinatos?
   No, porque seguiría matando sin parar.
   No es posible aceptar a alguien que asesine, viole, corrompa el orden social, la única salida es excluirlo. ¿No lo crees? Sin embargo… El fin nunca debería ser excluir, lo podemos ver como el último remedio, antes hay que atacar la enfermedad.
   Entiendo porqué el orden social no puede incluir todo, pero ¿por qué dices lo mismo de un sistema teórico?
   Un principio mínimo de racionalidad lo formuló un pensador mexicano llamado León Olivé: “No todo se vale”. Si todo fuera válido y verdadero no habría ciencia ni filosofía, daría lo mismo la palabra de un timador que la de una autoridad en el tema. Aunque exista un infinito de interpretaciones válidas y posibles, eso no significa que toda interpretación sea válida y posible. ¿Entendiste?
   No. Hablas de un infinito de posibilidades ¿no es lo mismo que todo, es decir, a lo que no le falta nada?
   No, el infinito y el todo son cosas distintas. ¿Cuántos números existen entre el cero y el uno?
   Un infinito ¿No?
   Existe un infinito de números pares y otro de nones, y ninguno de los dos son el todo, también están las fracciones, los números irracionales, y aun cuando cada uno de ellos es infinito no forman el todo.
   Ya te entendí. De la misma manera podemos decir que existe un infinito de formas de vivir, aunque no todas sean aceptables en un sistema social. Por ejemplo, los actos que este asesino realiza no se toleran, pues no se puede ir matando por ahí a todo el mundo.
   No has acabado de leer, continúa…
Lupe se sintió amenazado por el extraño, razón por la cual a regañadientes leyó completo el artículo acerca del asesino serial. Se enteró de que era un hombre pacífico, poco sociable, pero amable. Engañaba a sus víctimas con gran facilidad, las llevaba a su casa para violarlas, las mataba, destazaba sus cuerpos. Las partes que consideraba inútiles las diluía en ácidos y las desechaba por el inodoro. Senos, nalgas, órganos sexuales, labios eran cocinados con algunos condimentos y comidos por él. Los sobrantes los daba a los perros de la calle. Le gustaba beberse en finas copas de cristal la sangre de los cuerpos mientras llegaba a un orgasmo acompañado por el líquido rojo que desmesuradamente se le escurría entre los labios. No cabe duda de que era un tipo refinado, del que nadie pensaba que podía ser un asesino. Hasta destacaba como una buena y noble persona. Publicaba poesía, y no era un mal poeta. Su personalidad era una suave brisa de verano, cálida, confiable, dulce. ¿Quién iba a pensar que habitaba en él un monstruo? Al término de la lectura Lupe logró concluir que este hombre que mataba por placer era un tirano y al mismo tiempo un hombre libre, soberano en sus actos, independiente de las normas sociales que imperan en cada comunidad. Por eso es visto como una bestia. Es un ser tal vez inocente, ingenuo, un asesino por naturaleza.
   ¿No seremos todos asesinos por naturaleza?
   A veces así lo pienso, pues ¿quién no ha deseado por un momento la muerte de un ser cercano o querido? ¿O quién no ha matado moscas, ratones, lagartijas? ¿Somos cómplices de los carniceros que diariamente matan para comercializar los alimentos que llegan a nuestra mesa? ¿Necesitamos realmente como nutriente la carne de un animal muerto? ¿No será esto un acto de soberanía ante el más débil? ¿No será que la vida y la muerte tienen un pacto?
   Para matar es necesario ser insensible frente al visage, es decir, el rostro del otro.
   ¡Sabes francés!
   Domino el idioma, además de mi lengua materna: el español, también el alemán, el italiano, el inglés, el griego, el latín, el hebreo, y me encanta el náhuatl.
   ¡Qué maravilla! ¿Quién eres?
   No te distraigas en nimiedades. Concéntrate en el análisis somero de la parte maldita del ser humano. Esa que escondemos todos.
   Además de maravillarme, me asustas.
   Todos nos asustamos frente al desconocido. Continúa.
   Pienso que este hombre oculta el rostro de sus víctimas, o pide que no lo miren para ejecutarlas. ¿Sería posible el asesinato si fuéramos sensibles frente al rostro del otro?
   Yo creo que no; sin embargo insisto en que es necesaria la violencia para la existencia de toda sociedad y de toda teoría.
   Aunque no me agrada la idea, ese hombre debería ser castigado con todo el peso de la ley, es más, merece la pena de muerte, pues no tiene piedad de sus semejantes.
   Estás convirtiendo este hecho en una venganza. Detente a pensar en que ese hombre también es un ser humano. Si lo matáramos nos pondríamos a su mismo nivel. Marco Aurelio, el único emperador filósofo, afirmaba que todos los días trataba con un asesino o con un ladrón, pero antes que todo trataba con seres humanos.
   ¿Pero cómo es posible que no quieras que se castigue ese acto?
   No es que no quiera que se castigue, sino que antes que todo se le trate como humano. Un castigo por sí mismo no mejora la conducta de una sociedad. Que se le recluya en una cárcel, o si se descubre que tiene una enfermedad siquiátrica que se le atienda en un hospital. De tal forma que se recupere en algo la paz en las calles y en los lugares de encuentro humano.
   Creo que tienes razón, porque ya pensándolo hay peores asesinos, tiranos que andan libres siendo jefes de Estado o con algún cargo político importante, y no se les hace nada. Mueren tranquilos, rodeados de enfermeras, rociados de fragancias de arreglos florales, y a veces hasta con honores.
   Si. Escucha, el totalitarismo maneja un lenguaje inmóvil, inflexible, mesiánico, que promete el paraíso, pero que sólo termina engañando a la mayor parte del pueblo. Manejan dos o más discursos. Por lo menos, uno para la cúpula y otro para la masa. Duplican todas las instituciones manteniendo una doble máscara, y entre más secreto sea el discurso o más secreta sea la organización, más poder de dominio se halla atrás del mismo.
   Tienes toda la razón, pero yo añadiría que tanto el tirano como el asesino serial se quieren asemejar a los dioses en la aplicación del poder. Se aferran a su verdad y no son capaces de escuchar a los demás. Este asesino en especial se parece aún más a los tiranos, porque se disfraza de un caballero con nobles intenciones, de todo un barón, podríamos decir que hasta de un mesías, pero en el fondo oculta la daga de su frío engaño.
   ¿Y no te has preguntado cuál es el origen de toda esa violencia?
   ¿Serán los abusos, los golpes, los impactos violentos que recibió en su niñez los que convirtieron a este hombre en un asesino?
   En la historia de la humanidad han existido otros asesinos que tuvieron una infancia feliz, buenos amigos, padres preocupados por ellos, una buena educación moral, un buen nivel económico, pero ni eso evitó que llegados a cierta edad cometieran crímenes. En realidad no se sabe cuál es el detonador que coloca a estas personas en actitud de matar.
   Tal vez no exista una razón última para dar cuenta de lo que sucede en la mente de un asesino, pero lo que si creo es que hay ciertas condiciones y circunstancias que propician un caldo de cultivo o una tierra fértil para que germinen con mayor facilidad los criminales.
   El aislamiento del mundo moderno, la falta de comunidad ha llevado al hombre a una insensibilidad frente a los otros. Realizan las personas su vida cada una en soledad. Tú mismo lo vives en tu casa, tienes una verdadera incomunicación con tus padres. ¿No es así?
   Algunos dicen que por mi edad tengo esa sensación de incomprensión, pero yo creo que la sociedad entera vive sin comunicación real. Cada saber tiende a encerrarse en sí mismo, en el monólogo. Gobierna la esquizofrenia de las lenguas en una especie de Babel.
   Y si añadimos el miedo como un aliado de la dominación, estimulado como un frenético show por los noticieros y medios masivos de comunicación tenemos como resultado una sociedad paranoica. Agreguemos a eso la venta de armas, la abundancia de licorerías, y esa terrible evasión de sí al envolverse con aparadores de un mundo polifacético de distractores: grandes centros comerciales donde parece que todos conviven, pero nadie se encuentra. El Internet, los videojuegos, la televisión… todos en soledad. No voltean los ojos especialmente en las grandes ciudades al mendigo, al indigente. Se encierran en sus burbujas: coches, oficinas, fraccionamientos; esos lugares los convierten en una capa protectora que los resguarda de lo que creen es una inmundicia, y que desde otro punto de vista, del que lo sufre, es una realidad.
   Igual que las grandes corporaciones se aíslan del Tercer Mundo.
   Veo a los líderes políticos como actores de una obra teatral que nos quieren tomar el pelo.
   Pero algunos son elocuentes. No olvides que los dictadores convencieron a pueblos enteros con sus discursos. Podríamos decir que hay una estética en la política, como hay una estética de la guerra, como afirmó el buen Walter Bejamin.
   ¡Ya despierta, ya son más de las diez!
   ¡Pinche Óscar! ¡Qué manera de despertarme!
   No te quejes, ni que fuera para tanto. Hasta la baba se quedó en la almohada de tan dormido que estabas.
   ¡Cómo no me voy a quejar! En mi sueño tenía una excelente discusión acerca de la política y los asesinos seriales con un desconocido. ¡No te vayas a reír cabrón,  pero por un momento pensé que era….!

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